Fez fue una ciudad que nos fascinó. Embebida en historia, sus construcciones y su gente te transportan en el tiempo. A nosotros nos gustó más que Marrakech. Pero basta de palabras. Mejor te contamos que tiene esta absorbente ciudad en nuestra guía de qué ver en Fez.
Que encontrarás aquí
Cómo llegar a Fez
Fez se encuentra bien conectada por aire y tierra. De llegar al aeropuerto, tomando el bus público nº16 por menos de 10 MAD (dirham marroquí) estás en 40 minutos en Fez. La otra opción es llegar en tren desde Meknes o alguna otra ciudad grande, bajando en la estación principal (Gare Fez). También es posible arribar en autobús o Grand Taxi a la vieja terminal (Gare Routiere) ubicada en la periferia del casco antiguo, donde se encuentra la puerta de Bab Mahrouk, o en la terminal CTM (en la zona moderna de Fez) viajando en un bus de esta compañía.
Moverse por Fez
Una vez dentro de Fez lo mejor es caminarla mucho. Los taxis son poco proclives a poner el contador y siempre van a querer cobrarte de más. La Medina es grande pero merece ser hecha a pie. En algunas esquinas hay puestas indicaciones en cartelitos con forma de estrella de ocho puntas hacia los monumentos principales que sirven de ayuda para cuando uno está muy perdido.
Otro recurso es usar la calle principal como guía, que sería Talaa Kbira y va desde la puerta Bab Boujloud hasta la Mezquita Kairouine. Y si te sentís con confianza también es posible utilizar las furgonetas compartidas nº10 y 19 para ir de una punta a otra de la Medina por 2,5 MAD (nosotros nunca logramos descubrir donde paraban).
Dónde dormir en Fez
Prácticamente todos los alojamientos se encuentra en la Medina de Fez. Precio de todo tipo. Nosotros nos alojamos en el hotel Touareg, una riad familiar de bajo costo cercano a la calle principal de Rue Talâa Saghira.
Qué ver en Fez
Para disfrutar en profundidad la riqueza cultural de Fez es necesario conocer su importante historia. Fez comenzó a formar su carácter tal como lo conocemos hoy en el siglo VIII con el sultán Idris I. Su hijo, Idris II, la declaró capital del imperio. Las semillas de su población fueron árabes andaluces, provenientes de la península Ibérica, y árabes de Kaoiruan (actual Túnez), mezclado con algunos bereberes rurales de la región.
Los siglos posteriores, a pesar de perder su estatus de capital (trasladada a Marrakech, aunque más tarde regresaría a Fez), se transformó en centro de erudición religioso e intelectual, acentuado con el privilegio de tener la universidad más antigua del mundo que acogió a destacadas figuras como alumnos, entre ellos al-Idrisi, León el Africano, el Papa Silvestre II y Maimónides.
Su edad de oro fue en el período Benimerín, entre el siglo XIII y XV, donde se establecieron las primeras madrasas (escuelas de teología y otras materias) y monumentos principales y en el que convivían judíos, musulmanes y cristianos. De este período es nuestro querido viajero y explorador Ibn Battuta, que parte de su vida residió en Fez.
Entre el siglo XVII y XIX Fez fue un importante enclave comercial, con las gorras fezzes (o tarboosh) como uno de sus productos estrellas de mayor exportación, esos populares sombreros de forma cónica y color rojo con penacho negro que en aquella época estaba de moda en la alta sociedad islámica, junto a sus artículos de cuero y el comercio del oro proveniente de Tombuctú. Los eventos del siglo XX con el Protectorado Francés poco nos atañen en el paseo por el que vamos a guiarte a través de su casco antiguo. Empecemos.
Medina de Fez y sus zocos
Por si aún no leíste algún otros posts nuestro sobre Marruecos, te contamos que la Medina es como se conoce en el mundo musulmán (especialmente del norte de África) al casco antiguo de la ciudad. Todos los lugares de los que hablaremos se encuentran ubicados dentro de la Medina de Fez, considerada como uno de los barrios antiguos del mundo árabe-musulmán de mayor extensión y mejor conservado, ganando su inscripción en la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. En términos generales, una de las mejores actividades es perderse por sus zocos, mercados tradicionales árabes divididos por especialidades.
Entre los más conocidos está el zoco de las especias (Souq Attarine), localizado entre la madrasa Attarine y la mezquita Essania sobre una calle ancha y recta (de las pocas rectas existentes en la medina) de 600 metros de longitud. Sus tiendas de madera tallada están ricamente decoradas y el zoco es super pulcro. En el siglo XVI contaba con unas 160 tiendas dedicadas a la venta de especias y productos medicinales, consideradas por León el Africano únicas en el mundo. Hoy solo queda un puñado de vendedores de especias, el resto es de ropa y alfombras.
El zoco Kissariat al-Kifah se encuentra conectado al zoco Attarine y lo conforma una inmensa red de calles y pasajes llenos de tiendas de todo tipo. Tradicionalmente era el zoco más céntrico e importante de la medina. Se ubica entre el santuario de Idris II (Moulay Idris II Zawiya) y la Mezquita Qarawiyyin.
Otro famoso zoco es el de los caldereros (Souq Seffarine), ubicado en la Plaza Seffarine. En este zoco los caldereros han realizado por siglos uno de los trabajos manuales más importantes de Fez. Todavía hoy se los puede ver en la plaza golpeando cobre y bronce para transformarlo en ollas, sartenes, quemadores de incienso, teteras, cajas de té y azúcar, vaporeras, coladores, bandejas y cualquier otro artículos que sus manos puedan crear para vender a locales y turistas, desde objetos básicos y rudimentarios hasta refinados utensilios.
Lejos de contentarte con dos o tres zocos, te recomendamos caminar y caminar perdiéndote en cada pasaje y callejón que puedas. Fue así como por ejemplo yendo a la Mezquita Al-Andalous pudimos observar el contraste entre los zocos más turísticos y aquellos menos turísticos, con puestos sobre el suelo vendiendo palomas, conejos y pollos vivos a los lugareños; y así como metiéndonos en un estrecho y oscuro corredor dimos con el interesante Café Clock que contaba con una exposición fotográfica de chicas con kaftkas tradicionales de los 90 y donde probamos la hamburguesa de camello (resulta que no tiene ningún sabor particular y bien podría pasar por vaca).
Tenerías de Fez
La tenería, también denominada curtiembre o curtiduría, es el lugar donde se trabaja la piel animal para transformarla en cuero. El proceso tiene varias etapas fisico-químicas que incluye retirar el pelo y la grasa sub-cutánea, curtir la piel para detener el proceso de degradación, teñirla del color deseado y secarla. Un proceso con residuos bastante dañinos para el medio ambiente y las personas que lo llevan a cabo.
En Fez las curtidurías han operado desde siempre y sus artículos se exportan al mundo entero. Tratan el cuero de camello, cabra, cordero y buey con los métodos tradicionales. Se la deja inmersa en cal y excremento de paloma por varios días para limpiar la piel y luego se la tiñe en grandes piletas de tintes naturales. Después se seca y finalmente se vende a los artesanos para que la transformen en zapatos, bolsos, sombreros, cojines, chalecos, etc.
Existen cuatro tenerías tradicionales. La tenería Chouara (o Chowara), pegada al río Bou Khrareb, es la más grande y conocida. También están la curtiduría Sidi Moussa, al oeste de Mulay Idris II Zawiya, la curtiduría Ain Azlite al norte y la curtiduría El Arassa, cerca de la mezquita Derb Kattana.
Nosotros visitamos la más grande, la de Chouara. El ingreso es gratuito, sin embargo recomendamos verla desde la terraza de alguna tienda, dónde las vistas son mejores y los falsos guías no te molestan. A cambio, el dueño espera que eches un ojo a sus productos (de cuero, obviamente) sin compromiso de compra.
A pesar del desagradable olor el espectáculo es increíble. Encajonada entre edificios vetustos, la tenería aparece como una gran explanada dividida en dos partes, una zona en cuadriculado blanco y la otra conformada por círculos terracota. En el cuadriculado blanco, que asemeja a una bandeja para cubitos de hielo, se ve un agua azul blancuzca donde se curte la piel; los círculos, que aparentan una paleta de acuarelas estilo huevera, es donde se le da el color.
En paredes, terrazas y techos cuelgan tensas las pieles secándose. Casi listas para ser vendidas. Los trabajadores se hunden hasta la cintura en esas tinas de mierda, cal y tinturas, sin ropa especial ni tapaboca ni gafas de protección, y nos surge la duda de cual será su esperanza de vida. De esos espectáculos que lo atrapan a uno y le repelen al mismo tiempo. Visitar las tenerías es ver cultura del pasado conviviendo con el presente.
Madrasas de Fez
La madrasa es el nombre que recibe cualquier tipo de institución educativa en la cultura árabe que otorga un título de grado, aunque se suele usar más comúnmente para referirse específicamente a las academias religiosas. El período de mayor expansión de las madrazas fue durante la dinastía Benimerín, que buscaban de este modo extender por todo el territorio de Marruecos la teología, las ciencias, la historia, las artes, la literatura y otras ramas del conocimiento. Como ciudad erudita de la época, Fez tuvo varias madrasas de eminencia que se pueden visitar en la actualidad.
Las madrazas se suelen componer de un patio central rodeado por las salas donde se dictaban las clases y suelen tener exquisitos decorados cubriendo suelos, paredes y techos. Al visitarlas se cumple una doble función: apreciar su historia y su arquitectura.
Madrasa y Mezquita al-Qarawiyyin
La madrasa más vieja es la Madrasa de al-Qarawiyyin (o Al Karaouine), fundada en Fez en el año 859, y está considerada por la Unesco y el Guiness World Records como la universidad más antigua del mundo que continúa en funcionamiento. Como sucede con muchas otras madrazas, forma parte de la Mezquita al-Qarawiyyin. Su nombre es en honor al pueblo de origen de su fundadora, Fátima al-Fihria, oriunda de Kairaouine (actual Túnez).
En sus inicios era una pequeña mezquita que con el tiempo se amplió, decoró y consolidó muchas veces. Más tarde se convirtió en centro de aprendizaje y sede del conocimiento científico y religioso del mundo árabe. Educó y tuvo de maestros destacados eruditos: los filósofos andaluces Avempace e Ibn Jaldún, los filósofos y médicos andaluces Averroes y Maimónides, el papa Silvestre II, el gramático Nicolas Clenardus, el geógrafo Al Idrissi, entre muchos otros.
La madrasa cuenta con una bibliotecas pública fundada en el siglo XVI y considerada entre las más antiguas y prestigiosas de Marruecos, con un patrimonio documental excepcional. Para proteger ese tesoro intelectual, en el s. XVII se le agregó una pesada puerta de cobre compuesta por cuatro cerraduras. De los cuatro bibliotecarios que la custodiaban, cada uno guardaba una de las llaves. En su época de mayor apogeo guardaba una colección de 32.000 volúmenes, mermada en el tiempo por la negligencia y el descuido.
La Madrasa al-Qarawiyyin, su mezquita y biblioteca se encuentran en funcionamiento pero lamentablemente solo admiten el ingreso a musulmanes. A pesar de esta injusticia cultural, es posible visitarlas por fuera y observar el interior de la Mezquita, cuyas puertas se mantienen abiertas de par en par para los ojos curiosos de los no-musulmanes. Este trocito que dejan saborear permite ver el bellísimo patio central y su fuente.
Madrasa Bou Inania
La Madrasa Bou Inaia, fundada en el sigo XIV, es uno de los ejemplos mejor mantenidos de este tipo de arquitectura islámica y en el que está aceptado el ingreso de los no-musulmanes (aunque de manera restringida). En su época, llegó a ser tan importante como la Madrasa al-Qarawiyyin. La entrada cuesta 20 MAD y permite acceder al patio interior, cuya fuente no estaba restituida al momento de nuestra visita pero igual resultó agradable, y a los pasillos que la rodean.
Separado del patio por un foso se puede apreciar la Sala de Oración con sus ventanas de vitreau y sus columnas de mármol de ónix; el minarete sobresaliendo al fondo con vista a la calle principal Talaa ‘kbira. Las paredes del patio son de madera de cedro tallada con motivos geométricos y caligrafía árabe, la fachada está decorada con las tradicionales figuras de zellige (mosaicos abstractos) y el mocárabe embellece los paneles de yeso. Caminamos por el pasillos con el acceso vedado a las aulas, por lo que nuestra imaginación rellenó los espacios vacíos con filósofos, astrólogos y teólogos, matemáticos y poetas de siglos pasados exponiendo y debatiendo conceptos.
Madrasa Seffarine
La Madrasa Seffarine se encuentra ubicada cerca de la Plaza Seffarine y fue la primera que construyeron los benimerines en Fez. Construida en el siglo XIII, su diseño es similar al de una casa tradicional (riad), con dos plantas rectangulares compuestas de habitaciones de estudiantes rodeando un patio central con una fuente en el medio. Cuenta con una Sala de Oración para la hora del rezo. El costo de entrada a la madraza Seffarine es de 50 dirham.
Madrasa Mesbahiyya
A la Madrasa Mesbahiya también se la conoce como Madrasa de Rokham («mármol») o Madrasa de Khossa («fuente») y es una de las más grandes de Fez. Las paredes y la fuente de su patio central son de mármol importado de Andalucía. Se fundó en el año 1346 y debe su nombre a Mesbah El Yaslouti, su primer maestro teólogo. La madraza esta actualmente transformada en Museo del trabajo en Madera y se puede visitar por 20 MAD.
Madrasa Al-Attarine
Construida entre el 1323 y el 1325, la Madrasa Al-Attarine recibe su nombre del famoso zoco de las especias. Al igual que las demás madrazas, se sitúa cerca de la Mezquita al-Qarawiyyin y una de sus funciones principales era alojar alumnos. La madraza funcionó como tal hasta principios del siglo XX. Nosotros no la visitamos pero dicen que es la más hermosa de Fez. El precio de entrada es de 20 MAD.
Madrasa Cherratine
La Madrasa Cherratine es de las más «nuevas», fundada en el año 1670. Su función principal era alojar alumnos y profesores de la Madrasa al-Qarawiyyin, con una capacidad para 300 estudiantes. Como ventaja, se permite visitar las dos plantas del edificio y sus habitaciones; como contra, es de las menos decoradas y peor mantenidas. El precio de entrada es de 20 MAD.
Bab Boujeloud – La Puerta Azul
En tiempos pasados, la Medina de Fez se encontraba fortificada con muros y torres de vigilancia. Para acceder era necesario hacerlo por puertas custodiadas (bab) que a la noche se cerraban. Las puertas más antiguas e históricamente más importantes de Fez son Bab Mahrouk (en el oeste), Bab Guissa (en el noreste) y Bab Ftouh (en el sureste). En épocas posteriores (siglo XIII) se agregaron nuevas murallas de protección y puertas, como Bab Dekkakin, Bab Semmarine y Bab al-Amer.
Complementando las murallas, torres y puertas, se erigían grandes fuertes (denominadas kasbahs) en los perímetros defensivos de la Medina que eran ocupados por militares, ciudadanos y comerciantes. La ciudad alcanzó a tener 13 kasbahs alrededor de la Medina.
Con el paso de los siglos y el desarrollo de Fez, las murallas, kasbahs y torres se volvieron obsoletas. Por suerte han logrado resistir al paso del tiempo algunas secciones del muro y muchas de las entradas defensivas que pasaron a usarse como estructuras ceremoniales. Una de ellas incluso se construyó en 1913 con ese único propósito, la conocida Puerta Azul (Bab Boujeloud).
El punto elegido para su construcción fue en la Plaza Boujloud, una explanada que antiguamente recibía artistas, trovadores, encantadores de serpientes, músicos y otros personajes del ocio para entretener al pueblo. La plaza conformaba una de las más destacadas kasbahs de la época: la Kasbah Bou Jeloud que supo ser residencia del gobernador y contaba con su propia mezquita. Hoy la antigua kasbah Bou Jeloud es un distrito residencial que forma parte de la medina.
A pesar de llamarse Puerta Azul, solo la fachada exterior es de este color. La fachada interna (la que mira a la Medina) tiene sus delicados arabescos y ornamentaciones de color verde. Pegado a Bab Boujeloud están los vestigios del antiguo distribuidor que desde el siglo XI suministraba agua a la Medina. El agua venía desde el wadi (río) por una red subterránea de tuberías de cerámica y alimentaba las fuentes, mezquitas, madrazas y hammams de Fez.
Miradores de Fez
Caminando por Fez puede que hayas notado que la Medina se encuentra como metida en un valle. Saliendo en dirección a la puerta Bab Guissa se llega a una carretera bastante alta pegada a un montículo y un cementerio. En el montículo se ven unas ruinas con escaleras (¿una antigua torre?) que desde arriba permiten excelentes vistas a la Medina. El riesgo de las escaleras es la presencia de un hombre que sale de la nada para cobrarte por usar un espacio público. Hay quienes lo mandan a tomar viento, hay quienes le pagan y hay quienes preferimos no subir las escaleras y disfrutar de la vista panorámica desde la propia carretera. En todo caso, recomendamos la vista aérea en este u otro mirador.
¿Y qué más en Fez?
- Visitar la Ville Nouve, un Fez más moderno de la época del protectorado francés. Con mucho espacio, fuentes y verde. Una perspectiva distinta.
- Admirar el Santuario de Mulay Idris II, mausoleo dedicado al sultán y venerado como santo. El ingreso solo está permitido a musulmanes por lo que hay que contentarse en husmear desde la entrada.
- Ingresar al Museo Nejjarine de Arte y Artesanía de la Madera, antigua fonda del siglo XVIII que proporcionaba albergue y comida a los mercaderes más pudientes. Precio de entrada 20 MAD.
- Bañarse en un hammam para experimentar el verdadero baño árabe. Idealmente acompañado de un local.
- Caminar por la Mellah, el antiguo barrio judío que cuenta con varias sinagogas, una de ellas todavía en funcionamiento.
Mapa de Fez
Pasear es más sencillo con un mapa. Encuentra los lugares en este que confeccionamos especialmente para ti haciendo zoom en la ciudad. ¡Es posible incluso descargarlo y utilizarlo sin internet!
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