Al noroeste de Marruecos entre las montañas del Rif se encuentra Chefchaouen, un pueblo fundado en 1471 por los musulmanes y judíos expulsados de la Península Ibérica. Por siglos, los extranjeros tuvieron prohibido el ingreso a la ciudad sagrada de Chefchaouen. Esto permitió que las construcciones apenas sufrieran modificaciones en el tiempo. Hoy sus casas blancas y azules están abiertas para todos. ¿Querés saber qué ver en Chefchaouen? En esta guía te lo contamos.
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Cómo llegar a Chefchaouen
Por su posición geográfica Chefchaouen no cuenta con tren. El único medio de transporte público para llegar es por autobús de la compañía CTM. A nosotros nos costó desde Fez 80 MAD (dirham marroquí) cada uno más 5 MAD por la valija que iba en bodega. La Terminal de Bus (Gare Routiere) queda a solo 1 km del centro por un camino ascendente.
Moverse por Chefchaouen
Chefchaouen es pequeña y se recorre todo a pie. Para los que nos gusta realizar trekkings, el pueblo cuenta con varios senderos por la montaña.
Dónde dormir en Chefchaouen
Las opciones más económicas las vimos en la parte externa de la medina. Todo Chaouen es pequeña (incluyendo la zona moderna), por lo que sin importar donde reserves siempre va a quedar relativamente cerca del casco histórico.
Qué ver en Chefchaouen
Chefchaouen se abrió al extranjero con la llegada de los españoles en el siglo XX. En ese entonces la población era mayoritariamente judía sefardí. Su raíz común con el Sur de España le otorga características arquitectónicas muy similares. En nuestra visita nos sentimos caminando como por un pueblo montañero de Andalucía, al sur de España. Entre la antigua comunidad judeoespañola y la ocupación española es normal que muchos lugareños hablen castellano.
Respecto a las franjas azules que decoran Xauen, existen muchas teorías sobre el porque del color. Una teoría dice que fue introducido por los judíos que huían de Hitler y que simboliza el camino de una vida espiritual hacia el cielo; otra que el color cumplía la función práctica de alejar los mosquitos; hay quienes dicen que se eligió por su efecto relajante; y los escépticos creen que se pintó a propósito para atraer turistas. Sea como sea, Chaouen queda preciosa con sus casas azules.
La medina (casco histórico) es pequeña y se puede visitar en un día. Antiguamente estaba protegida por murallas y se accedía por entradas específicas. La más icónica es la puerta Bab El Ain (pegada a un bar de bocadillos muy económico), pero aún existen muchas otras como Bab El Hammar, Bab El Mahruk y Bab El Onsar.
Una vez adentro lo mejor es perder se por sus callejuelas persiguiendo los caminos azules, parando en los talleres artesanos y apreciando la diversidad de las puertas. La plaza principal de la medina es Uta al-Hammam. En ella sobran cafés y bares y a la tarde-noche se concentra la vida con los turistas y los vendedores, los artistas y los músicos callejeros.
En la plaza Uta al-Hammam se encuentra la vieja alcazaba (kasbah), fortificación que antaño protegía Chefchaouen de las tribus bereberes. El ingreso cuesta 60 MAD y permite visitar el pequeño jardín andaluz, la torre y una antigua celda. También se ve la Gran Mezquita (El Masjid Aadam) del año 1471, con su llamativo minarete octogonal, y el Museo Etnológico.
Chaouen es sede de múltiples edificios religiosos. Además de mezquitas, cuenta con el Mausoleo del Santo Mulay Abdessalam Ben Mashis y varias zaouias, como la de Al Kadiriya. La zaouia es un monasterio islámico en el que se enseña teología y suele componerse de un patio central con estanque o fuente. La Zaouia Al-Qadiriya, ubicada en la plaza Uta al-Hammam, es del siglo XIX. El conjunto de edificios religiosos le ha otorgado a Chefchaouen título de Ciudad Santa.
Terminando la plaza comienza Rue Ibn Asskar que se engancha a Al Hassan I, calle que muere en la cascada y manantial Ras el Maa. No te vamos a mentir, la cascada no tiene nada del otro mundo, pero en verano es un punto perfecto para refrescarse. Cruzándola por el puente, un sendero en subida permite alcanzar el fabuloso mirador de las ruinas de la mezquita Jemaa Bouzafar, conocida como la Mezquita Española. Desde este mirador se observa a ojo de águila toda la medina.
Para las piernas inquietas y los fanáticos de la marihuana, existen varias caminatas por la montaña que pasan por las muchas plantaciones de maruja del Riff. Puede que traten de venderte hachís, también conocido como hash, una droga obtenida de la resina de marihuana deshidratada y prensada, ya que hasta hacia poco Marruecos era el líder mundial en exportación de este producto. El cannabis es ilegal en Marruecos pero el gobierno hace la vista gorda por los beneficios económicos. El consumidor está solo ante el riesgo de ser timado por los vendedores o chantajeado por altas sumas de dinero de parte de un policía marroquí a cambio de dejarte en paz si te pesca con drogas.
Regresando de la caminata por las plantaciones de Maria, te recomendamos visitar la zona más nueva de Chaouen, conocida como la Ciudad Española. Su epicentro es la rotonda Mohamed V (antiguamente denominada Plaza España), en cuyo centro hay un bonito parque. A un costado verás una antigua iglesia católica dedicada en sus orígenes a San Antonio Abab, hoy centro educativo. Unos metros más adelante se encuentra el santuario-cementerio de Ali Ben Rachid.
En el otro lado de la rotonda-plaza se encuentra el Café CTM, con tremendos desayunos a muy bajo precio. Que no te asuste el aspecto a bar de barrio malo y las mesas repletas de hombres (signos que demuestran que es un café marroquí auténtico). Incluso siendo mujer sola, en cuanto noten que sos turistas dejarán de prestarte atención y volverán a la tele.
Tenemos un tragicómico recuerdo durante nuestro desayuno en Café CTM. Mirábamos un enero de 2020 el noticiero en árabe que mostraba chinos con mascarillas y creíamos inocentemente que estaban limitándose a hablar sobre las migraciones internas por el año nuevo chino. Semanas más tarde nos enteramos lo del coronavirus, perdidísimos nosotros.
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