Portugal, junto a España, ha estado siempre muy presente en nuestros libros de historia. Al principio sus tierras fueron ocupadas por diversas civilizaciones (celtas, fenicios, romanos, musulmanes, visigodos, etc.) que fueron las precursoras de varias de sus hoy famosas ciudades, como Évora, Lisboa u Oporto.
Se transformó en Portugal como tal después de independizarse en 1143. Supo ser potencia varios siglos y brindaron un inmenso aporte al conocimiento occidental durante la Era de los Descubrimientos. Su soberanía incluye territorios de ultramar, pero nosotros solo visitamos el Portugal continental. En esta entrada te comentaremos las ciudades que visitamos al norte del país, en la Región de Braga, una de ellas considerada la ciudad donde nace Portugal.
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Guimaraes
Si Oporto le proporcionó su nombre a Portugal, Guimarães le otorgó la identidad nacional. Alfonso Henríquez, primer rey de Portugal, nació entre sus murallas en el 1110. Es por esto que podrás ver en una de ellas la inscripción Aqui nasceu Portugal. El centro histórico es muy pequeño. El recorrido se puede iniciar por la placita de Largo do Oliveira, donde se encuentra la Iglesia de Nossa Senhora da Oliveira. Frente a la iglesia verás un templete de estilo gótico conocido como Padrão do Salado.
Se cuenta que varios milagros ocurrieron allí. Uno dice que el visigodo Wamba, tras derrotar a los suevos (antiguo pueblo germánico) clavo una lanza en ese punto y dijo que solo reinaría si de ahí nacía un árbol y que al poco tiempo esto sucedió. Otro que un olivo trasplantado allí con el fin de alimentar con su aceite las lámparas del altar se marchito pero después de un largo tiempo, en el año 1342, al levantarse la cruz normanda que hoy vemos, revivió y comenzó a dar frutos. Dejando de lado los milagros, el Padrão do Salado conmemora la victoria cristiana sobre los musulmanes en la batalla del Salado, al sur de España.
A pocos metros se encuentra la Plaza de São Tiago. Se dice que el apóstol Santiago llevó una imagen de la Virgen María y la colocó en un pequeño templo que se ubicaba donde hoy está la plaza. Metiéndose uno por la Rua de Santa Maria, donde antiguamente se encontraban las casas de gente importante como nobles y clérigos, se llega al Largo Martins Sarmento, una explanada con la plazoleta Jardim do Carmo enfrentada a la Iglesia Nossa Senhora do Carmo y al colegio Lar de Santa Estefanía con un bello patio.
Al final de la plaza se divisa un monte verde con una estatua de Alfonso Henriques en su base. Arriba del monte encontraras el Palacio de los Duques de Braganza; la Capilla São Miguel de Capelo del siglo XVIII, con una pileta donde se cree que fue bautizado Alfonso Henriques; y el Castillo de Guimarães, fortaleza del siglo XI que protegía el monasterio y la ciudad. Cuentan que el rey Alfonso Henriques nació entre sus paredes. La entrada al Palacio de los Duques tiene un costo de 5€, pero si vas los domingos la visita es gratuita.
Guimarães, además de un buen mantenido ejemplo como ciudad medieval, nos proporcionó dulces descubrimientos con sus especialidades regionales en más de un sentido: el Toucinho do Céu, las Queimadinhas y los Jesuíta.
El Toucinho do Céu, traducido como Tocino del Cielo, debe su nombre a que originalmente se realizaba utilizando manteca de cerdo y lo elaboraban las monjas de los conventos. Tanto Portugal como España tienen un postre con este nombre, pero son postres diferentes. La versión española es como un flan, mientras que la versión portuguesa tiene una textura sólida muy diferente porque utiliza cabellos de ángel (fibras de calabaza caramelizadas), yemas, almendras y azúcar. Es más como una torta o como una empanada dulce.
Las Queimadinhas son los Pasteis de Belem del norte de Portugal, cuya descripción ya hicimos durante nuestra visita a Lisboa. Y los jesuítas fueron una grata sorpresa porque no comíamos uno desde que dejamos Uruguay. En nuestro país, a esta galleta alargada de masa hojaldrada y azúcar glaseada se le agrega jamón. La versión portugesa es muy similar pero sin jamón, aunque para ser fieles a la verdad, hemos leído que quien llevó la receta al norte de Portugal fue un español del País Vasco.
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Braga
También conocida como Ciudad de los Arzobispos, Braga fue nuestra última ciudad en Portugal. En ella existen huellas de la presencia humana desde el neolítico. Como todo en la vieja Europa, los romanos también llegaron a esta región y fundaron Bracara Augusta en el 15 a. C. De aquellos tiempos se pueden ver ruinas romanas a lo largo y ancho de la ciudad como la fuente de L’idole o las termas públicas. Casi todas las ruinas romanas tienen un costo por verlas de 1,70€.
Su fuerte industria de vidrio, cerámica y objetos de lujo la hizo destacar económicamente. Tras la caída del imperio romano, paso por manos de suevos y visigodos, de los que aún quedan vestigios arqueológicos. En el 716 los árabes conquistaron la ciudad, pero fue reconquistada por cristianos venidos de Asturias en el 868. Su antigua muralla y su catedral fueron construidas por orden del obispo Pedro de Rates, quien más tarde fundó el arzobispado de Braga y lo elevó a un mayor estatus en la península ibérica. En el año 1143, Braga pasó a formar parte del recién nacido Portugal.
La Catedral (Sé) de Braga es la más antigua de todo el país, empezando su contrucción en el 1070. Se encuentra ubicada en la Plaza del Palacio (Largo do Paço), reconocible por su fuente central. A un paso está el Paço Arzobispal dos Braganças, traducido como el Palacio del Arzobispo de Braganza. Este arzobispo fue hermano del rey Juan V y mandó construir su palacio en 1751. Pegado al palacio se puede pasear por el Jardín de Santa Barbara (entrada gratuita) y tomar un descanso entre sus flores, matorrales y fuente. Como consecuencia de la centralización administrativa, en 1753 se levanta la Casa del Ayuntamiento que verás a una cuadra del Palacio. Otro monumento importante del casco histórico es el Arco da Porta Nova, estableciendo el eje principal de la circulación intramuros a partir del 1512.
Si te da curiosidad saber como era el palacio de un aristrócrata del siglo XVI, un edificio emblemático de la ciudad es el Palacio dos Biscaínhos, hoy museo etnográfico y artístico con colecciones de objetos romanos, muebles y cerámica del siglo XVII y XIX y con paredes de azulejos representando escenas de caza. Cuesta 2€ la entrada pero los domingos de mañana es gratis.
De entre las ciudades que se salvaron durante el gran terremoto de 1755, una fue Braga. Como agradecimiento a la virgen del pueblo, usando la Plaza de San Pablo como nave central se levantó a cielo abierto la inmensa Iglesia Nossa Senhora da Torre. Paseando por el casco antiguo se pueden apreciar otras edificaciones como la Casa dos Crivos (de época renacentista), la Casa do Raio (palacio de estilo rococó con azulejos en su fachada), la bonita Plaza de la Arcada y la Iglesia dos Congregados, uno de los monumentos más visibles de la ciudad.
La mayoría de los monumentos son de entrada paga. Nosotros creemos que lo más lindo de Braga es pasearla por fuera y que no es necesario pagar. Es interesante conocer un poco la historia de cada edificio para apreciarlos mejor. En esta ciudad también existe la posibilidad de reservar una visita guiada que se paga con la propina que tu decidas.
En la web oficial de turismo de Braga encontrarás un plano descargable de la ciudad.
Bom Jesus do Monte
El Bom Jesus se encuentra a unos seis kilómetros del centro de Braga, sobre una colina, y se puede acceder de varias formas:
- Con vehículo propio. Se puede estacionar gratis en la parte baja de las escaleras del monumento y subir por ellas o en funicular. Otra opción es estacionar por 1€ en la parte de arriba.
- Tomando el autobús nº2 con múltiples paradas en los alrededores del casco histórico. Demora 30 minutos en llegar y te deja en la parte baja (donde se encuentra el funicular y las escaleras)
- Utilizando el autobús turístico de 12€ de Braga de estilo Hop on Hop off.
Bom Jesus do Monte, literalmente Buen Jesús del Monte, es un predio que comprende una iglesia de peregrinaje y seis capillas dedicadas a la Pasión de Cristo, los episodios evangélicos que narran su vida. Estas capillas se encuentran en los primeros tramos de la zigzagueante escalera, tan icónica de este monumento. El otro tramo de las mismas se conoce como Escaleras de los cinco sentidos (Escadarina dos Cinco Sentidos) y al subir – o bajar, depende de donde vengas – van apareciendo esculturas de orejas, narices, ojos y bocas entremezcladas con fuentes.
En 1781 se agregó un tercer tramo, las Escaleras de las Tres Virtudes (Escadaria das Tres Virtudes). Todo el conjunto es un simbolismo para los peregrinos que al ascender las escaleras contrastarán los sentidos del mundo material con las virtudes del espíritu y repasarán la vida de Jesús hasta llegar al templo de Dios, la Iglesia de Bom Jesus. La zona está muy bonita y vale la pena ir hasta allí para conocerla.
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