Cuando se viaja sin planes, es común que muchas cosas nos tomen por sorpresa. Nos ha sucedido de llegar a una ciudad y que los locales nos digan cómo, si hubiésemos llegado un día antes, podríamos haber sido parte de ese increíble festival que tienen lugar solo una vez al año. Sí, desafortunadamente eso pasa.
Pero de vez en cuando la suerte está con nosotros y llegamos a un lugar unos días antes de ese increíble festival que solo ocurre cuando las estrellas se alinean. Este fue el caso al llegar a Pakse, poblado de Laos. La ciudad en sí, aunque simpática, no tiene demasiado. Los viajeros llegan para usarlo como base para el circuito del Bolaven Plateu y una vez finalizan se marchan sin más. Podríamos haber sido uno de ellos, hasta que escuchamos sobre el festival que ocurriría en unos días.
Pero nos estamos adelantando, comencemos desde el principio.
Llegamos a Pakse después de un largo viaje haciendo dedo desde Camboya. Muy cansados, decidimos encontrar lo antes posible alojamiento. Nuestro primer albergue fue Downtown Guesthouse. Administrado por un inglés servicial, el lugar estaba realmente limpio y prolijo, pero cuando dos días después regresamos del famoso circuito de Bolevan Plateu decidimos mudarnos a Yummy Bagpackers Hostel.
El edificio no era el mejor y la higiene estaba un poco abandonada, pero el dueño era un indio divertido y genuino cuya simpatía nos compró. Vale la pena quedarse allí solo por él. Sus servicios fueron excelentes y fue de su boca que, además de obtener los mejores piques para el circuito del Bolaven, nos enteramos sobre el festival que nos decidió a extender nuestra estancia.
La mayoría de festivales en Laos están basados en el budismo, religión que domina el país. El evento del que fuimos parte fue el Festival Boun Awk Pansa (Fin de la Cuaresma budista) y el Festival Boun Suang Heua (Festival de regatas). Dos festivales que se realizan en simultáneo, aunque uno es de carácter más animista (creencia de que las cosas – artificiales o naturales – tienen alma o consciencia propia, muy extendida en Laos después del budismo).
Ambos festivales son Boun Nam, «Festivales del Agua», y por esta razón se llevan a cabo en ciudades ribereñas como Vientián, Luang Prabang y Pakse. Estas tres ciudades tienen sus festivales sobre el importante río Mekong (o Mènam Khong en laosiano).
Curiosidades sobre el río Mekong
Es el río más largo del sudeste asiático, el séptimo más largo de Asia y el duodécimo más largo del mundo. Tiene una longitud de aproximadamente 4.350 km y cruza seis países de norte a sur. Comienza en el sureste de la provincia de Qinghai (China) y atraviesa la parte oriental de la Región Autónoma del Tíbet y de la provincia de Yunnan, después de lo cual forma parte de la frontera internacional entre Myanmar (Birmania) y Laos, así como la de Tailandia y Laos. Dejando atrás Laos, cruza Camboya y Vietnam hasta desembocar desde la ciudad de Ho Chi Minh en el Mar Sur de China.
Ubicada donde confluye el río Xe Don con el río Mekong, no es de extrañar que el nombre Pakse signifique «boca del río».
– Boun Suang Heua –
Festival de las Regatas
Después de desayunar salimos a la calle rumbo a la ribera donde ya se pueden ver los puestos de comida preparándose para los espectadores. Este festival de origen animista se celebra en Khao Padapdin, el Día de la Conmemoración de los Muertos, al final de la Cuaresma Budista y es un importante evento social y deportivo presenciado por grandes multitudes.
El día de la carrera, la gente visita los templos y santuarios budistas para hacer ofrendas y pedir su protección durante la competencia. Grandes multitudes se reúnen a lo largo de las orillas del río Mekong para mirar y animar a los barcos. La música en vivo acompaña de fondo cada carrera y un relator va en crescendo a medida que los barcos se acercan a la línea de meta, aumentando el dramatismo con el gran rugido de festejo que numerosos espectadores vociferan al equipo ganador. Puestos de comida y bebida mantienen a los hinchas bien alimentados para que no precisen abandonar sus puestos.
Las barcas de carreras tradicionales están talladas en una única pieza de madera y son alargadas y finas. Cada barca pertenece a una comunidad específica y generalmente se guardan bajo techo en los terrenos del templo de la comunidad. Salen solo una vez al año para la carrera. Varios días antes de la misma, las barcas se limpian y se les presentan ofrendas por ser consideradas artículos sagrados.
Cada embarcación puede albergar entre cuarenta y cincuenta remeros. El punto de partida es dos kilómetros río arriba y la competencia se realiza de a dos barcos a la vez. El perdedor es automáticamente eliminado. Después de la carrera final, todos los barcos participan en una carrera última como parte del show. Los ganadores reciben un trofeo, una copa de plata y dinero en efectivo.
entrada al templo.
Si bien las carreras de botes se han convertido en un foco de entretenimiento, atletismo y comercio, el Festival Bon Suang Heua es realmente un homenaje a las divinidades del agua protectores del país, los nagas. Las aldeas compiten para atraer a estas míticas deidades acuáticas con forma de serpiente a sus campos de arroz, rezando por una buena cosecha.
Nos viene a la memoria los días antes, cuando observábamos a los monjes construir y decorar simbólicos botes de bambú en colores brillantes tamaño real. Trabajaban todos juntos cortando el bambú y armando la estructura. A lo largo de la barca agregaban banderas budistas, atadas a un postre central, y les instalaban antorchas hechas con latas viejas y aceite. Para la noche del festival, los monjes encenderán las barcas prendiendo fuego a las latas y se arrojaran en estas barcazas al río Mekong. Desde las barcazas lanzaran cohetes de bambú hechos a mano. Todo este esfuerzo literalmente se termina quemando y, creyentes o no, la visión evoca un tremendo sentido de solemnidad al evento.
Barca ceremonial en construcción. Monje construyendo la barca.
De todos los botes construidos, uno permanece en tierra a cielo abierto en el Templo de Wat Luang, el más importante de Pakse, y se prenden sus antorchas.
Disfrutamos las carreras mientras saboreábamos una popular sopa de fideos de arroz y carne denominada Khao Piak Sen; un guiso de verduras, berenjenas, calabazas y champiñones llamado Oh Lam y una salsa de coco dulce y picante vertido sobre fideos de arroz y hecho con pescado machacado condimentado a gusto con jengibre, ajo y hojas de lima.
Con nuestros vientres llenos y al finalizar la regata nos preparamos para la segunda parte del día, el Festival Boun Awk Pansa.
– Boun Awk Pansa –
Festival del Fin de la Cuaresma Budista
Para entender este festival primero explicaremos el Boun Khao Pansam. Es una celebración que marca el inicio de la cuaresma budista y coincide con el comienzo de la temporada de monzones. Durante esta cuaresma, monjes y novicios se recluyen en los templos para meditar y seguir estrictamente los preceptos monásticos. Al terminar la época de lluvias, el día de luna llena del mes onceavo del calendario lunar (mediados de octubre), se celebra el Boun Awk Pansa. Comienza con la ceremonia del pavarana, donde cada monje confiesa las faltas que haya cometido durante los tres meses de retiro. Una vez confesado, puede abandonar el templo para recibir regalos y reunirse con su familia.
El festival para el pueblo inicia con la ceremonia de limosnas. Al amanecer monjes y novicios salen a las calles, cada uno con un cuenco donde recibirán sus ofrendas de mano de los fieles. El pueblo realiza donaciones y ofrendas a los templos, deseosos de sumar puntos espirituales para asegurarse un futuro favorable cuando reencarnen en su próxima vida.
Los monjes cantan oraciones durante el día. Al anochecer se llevan a cabo procesiones a la luz de las velas alrededor de los templos que luego se dirigen al río, donde depositarán pequeñas barquitas hechas con hojas de banano. Estas barcas (hua fai) son parte de una hermosa ceremonia llamada Lai Hua Fai.
La ceremonia Lai Hua Fai empieza cuando el sol se esconde por completo detrás del horizonte. Las personas se reúnen en el cuerpo de agua más cercano (en este caso el Río Mekong y el Río Xe Don) para liberar centenares de estos botecitos hechos de hojas de plátano y decorados con velas, incienso, pequeñas flores y en algunos casos hasta dinero.
Estos pequeños «botes» utilizan una gruesa rodaja de tronco de banano como base, lo suficientemente fuerte como para soportar la decoración superior pero bastante liviano como para no hundirse. Con las ofrendas de flores, velas e incienso, el río se transforma en una fragante, colorida y refulgente serpiente de agua.
Las hua fai que navegan a la deriva, río abajo, son ofrendas de agradecimiento a los espíritus del río, los nagas, por bendecirlos y llevarse la mala suerte del pasado año, permitiendo que fluya la buena suerte por venir; además de una muestra de respeto a Buda. Cada botecito está hecho y decorado a mano y las velas se encienden ceremonialmente cuando son lanzadas las ofrendas al río. Este colorido ritual ha sido llevado a cabo por la gente de Laos durante miles de años.
Durante nuestra estancia en Pakse, pudimos ver en vivo y en directo pobladores que preparaban estas barcas de hojas de banano caseras, no habiendo dos iguales. Como parte de esta actividad comunitaria, también armaban enormes barcas con forma de nagas decoradas con velas y luces. En las procesiones nocturnas pudimos apreciarlas con sus bombillas de colores encendidas.
Está por comenzar un momento único y mágico. Mientras los botes de los monjes son liberados al agua y los hua fai siguen la corriente acuática, centenares de linternas de papel de arroz son liberadas al cielo nocturno enmarcando la luna llena. Estas linternas se conocen como khom loi y flotan fácilmente gracias al aire caliente que libera la pequeña vela sujeta a su base. Se consideran de buena suerte y su luz simboliza el camino hacia la sabiduría y la iluminación. Las primeras vuelan desde los patios del monasterio, pero rápidamente surgen desde otros rincones del pueblo.
Miles de pequeñas luces iluminan el cielo y agua. Por unos minutos el mundo se transforma y el plano de la realidad cruza temporalmente al plano de los espiritual, con los nagas serpenteando libremente por el Río Mekong y caminado a sus anchas por la ciudad de Pakse y el cielo de Laos.
Nos movemos desde el templo hasta la pequeña playa ribereña para observar a familias, amigos y parejas, todos juntos soltando sus lámparas al firmamento y creando una vista única. La playa está tan llena que no se ve la arena. Anclado a la orilla, un pequeño bote espera a que se aúpen las personas en él y una vez lleno zarpa hacia el medio del río, donde todos los pasajeros liberaran sus hua fai con las velas encendidas.
Como cualquier buen festival, todos terminamos en los espacios abiertos del centro, donde se han montado escenarios con artistas en vivo, juegos de feria y puestitos de comida, bebida y entretenimiento. La fiesta terminará tarde y el último en irse que se acuerde de apagar la luz.
Quiero viajar a Laos !
Hola chicos. Super interesante. Al leer me siento que estoy en Laos. Infinita gratitud por hacernos partícipes de este viaje.
Muchas gracias Nancy!!! Nos alegramos mucho que te haya gustado! Estamos trabajando a todo vapor para contar nuevas historias con datos curiosos del mundo! Estate atenta o suscribete para que te avise en el próximo artículo 🙂