El primer tramo de nuestra odisea por Turquía nos dejó a los pies del Monte Uludag, donde exploramos Bursa, la primer capital del Imperio Otomano, y Cumalikizik, reliquia de los primeros pueblos turco-otomanos. Después nos arrimamos a la costa asiática de los Dardanelos para desempolvar con Homero los restos de la ciudad de Troya y enamorarnos de Çanakkale. Por último, visitamos la acrópolis greco-romana de Pérgamo en Bergama.
Que encontrarás aquí
Bursa y Cumalikizik
Para llegar a Bursa salimos de Estambul en ferry con la empresa Ido por 68 LT en clase económica hasta el muelle de Yenikapi, desde donde tomamos un bus para aterrizar en la terminal de buses de Bursa (Bursa Şehirlerarası Otobüs Terminali).
Una vez allí compramos una bursakart por 15 LT que pudimos usar en conjunto para llegar al centro. Cada boleto cuesta 3 LT. Fuimos derecho a Kule Hotel, donde una recepcionista que apenas hablaba inglés nos indicó la habitación que reservamos para tres a 99 LT por persona.
Nuestra primera impresión de Bursa fue mala, empero esto cambió a medida que caía la tarde. Su centro nos sorprendió gratamente y su gente nos agradó. Si tenés tiempo, invertí al menos una noche en esta ciudad para pasearla y conocerla. De ella te recomendamos:
۞ Su bazar abierto, donde se vende todo tipo de enceres, y su bazar techado, especializado en ropa y joyas;
۞ Su bella mezquita Ulu Cami del s. XIV, que como curiosidad tiene una fuente central (şadirvan) en la zona de rezo;
۞ El Mercado de Artesanías Irgandi Köprüsü, ubicado sobre un coqueto puente de madera que cruza el arroyo Gokdere Bulvan;
۞ El puente Setbasi Köprüsu, que cruza una cascada, y las tiendas de café, dulces y libros que hay siguiendo por ella. Acá también verás una de las tantas estatuas de Atatürk y de sus soldados.
Moverse por Bursa es muy fácil con su sencillo tram que solo cuenta con dos líneas de recorridos muy similares. La línea negra es la que te permite alcanzar Cumalıkızık. Bajando en la estación de mismo nombre hay que patear 2 km por la calle Cumalikizik Caddesi hasta el pueblo o hacerlos a dedo.
La razón por la que habíamos agregado este pueblo al itinerario era por su peso histórico. Esta aldea fue fundada, junto a otras del área ubicadas a los pies del Monte Uludag, por el clan Kızık. Los kizik formaban parte de la antigua confederación de pueblos turco-otomanos (por entonces denominados Turco Oğuz).
Cumalıkızık fue inscripta en la lista Unesco de Patrimonios de la Humanidad por su supuesta bien conservada arquitectura que refleja como eran las villas de campo en los inicios de la era otomana.
Cumalıkızık en particular nació como villa religiosa musulmana en donde los creyentes se juntaban los viernes (y de ahí deriva su nombre); otras en cambio eran para diferentes usos como Hamamlikizik, bautizada así por hamam que significa baño y kizik por sus pobladores. Cumalıkızık nos resultó decepcionante, mal conservada y con poco para ofrecer.
Esperábamos al menos mejores vistas de la montaña Uludag pero ni eso. Y encima se supone que es la mejor conservada de aquella época. Lo más simpático fue su mercadito a la entrada de la aldea. Nuestro veredicto: totalmente salteable.
Çanakkale y Troya
Desde Bursa Şehirlerarası Otobüs Terminali conseguimos bus de la empresa Pamukkale con destino a Çanakkale Otogar (otogar = terminal) por 130 LT cada uno. La estadía en Çanakkale fue casi perfecta, sacando nuestro couchsurfer de perfil psicópata secuestrador que ante el menor cambio de sus planes se alteraba mucho. Lo comprobamos en vivo y en directo el primer día, cuando lo juntamos con otra couchsurfer local y casi se arrancan los ojos.
Detalles aparte, Çanakkale nos pareció un pueblo encantador, incluso en pleno invierno, aunque está claro que se disfruta más en verano. El centro es muy chico y se puede caminar de arriba a abajo. La plaza cuenta con varios puestos de madera y tiendas donde disfrutar una rica comida y beber algo. En uno de ellos probamos los deliciosos mantis caseros, que sería pasta rellena turca, y peynir helvasi, postre típico de Çanakkale a base de queso, yema de huevo, semolina y azúcar.
Sobre su paseo costanero se encuentra el caballo de Troya, el mismo de la peli con Orlando Bloom y Brad Pitt. La Warner Bross se lo regaló a Çanakkale finalizada la grabación. ¡Ah! Porque todavía no te contamos, pero acá nomás está la famosa Troya. ¡La de verdad! A tan solo 34 km de Çanakkale.
Al parecer se puede llegar con unos microbuses cerca de la estación central (pegado al muelle) y demoran 45 minutos en alcanzar al sitio arqueológico. Salen a cada hora desde las 7 a.m. hasta 3 p.m. Para regresar desde Troya el último es a las 5:30 p.m. Cualquier modificación del horario se avisa en la Oficina de Información Turística.
Su frecuencia en temporada baja la desconocemos, porque nuestro secuestrador contaba con un lacayo a su disposición que aparecía cada vez que precisaba chofer y que nos dejó en la vieja Troya. La entrada al yacimiento arqueológico de Troya cuesta 100 LT e incluye un completísimo museo y la visita a las ruinas. El adjetivo «ruinas» nunca mejor usado. No esperes ver la enorme fortaleza en la que Paris retenía a Helena. Te va a hacer falta mucha imaginación para reconstruir mentalmente cada edificación.
Lo bueno es que con toda la explicación previa del museo se hace más llevadero y entendible. Lo más interesante es el concepto de que no vas a ver una, sino diez Troyas distintas, de diferentes períodos y civilizaciones, que fueron apelmazándose unas a otras junto al paso del tiempo. Se considera que los restos de lo que sería la Troya VII corresponden a la época histórica en que transcurrió la guerra de Troya en la Ilíada, narrada por Homero. Qué tanto hubo de real en el poema épico, se desconoce.
Bergama
De Canakkale Otogar (no el que está pegado al puerto, sino el que se encuentra a las afueras de la ciudad) tomamos un bus de la compañía Canakkale Truva Turizm con destino Izmir para bajar en la Estación de Buses de Bergama. Precio del billete: 145 LT por persona. Alcanzado el centro (porque en Turquía tienen la manía de poner todas las terminales de buses a las afueras) dejamos las mochilas en Anil Hotel. Habíamos reservado una habitación privada para tres a 150 LT por persona en Agoda.
Bergama como tal feísima y el yacimiento arqueológico (razón de nuestra visita) decepcionante. La antigua ciudad greco-romana (a la que también se la conoce como Pérgamo) se ubica sobre una colina y la entrada está arriba del todo. No encontramos microbus que nos llevara así que metimos pata, sudando bajo el sol.
La entrada al yacimiento arqueológico de Pérgamo costó 60 LT, sin museo ni audioguía. Las explicaciones se hacían desear, al igual que el mantenimiento y las reconstrucciones. Lo mejor fueron los restos del empinado anfiteatro, la reconstrucción del Templo de Trajano y las vistas desde la cima. Total, que a menos que te fascine mucho la historia griega y romana no la recomendaríamos.
La ciudad de Bergama tampoco ofrece mucho. Lo más rescatable está en la zona de la mezquita y el bazar, en donde conocimos a Nürgul, una chica turca con la que hicimos muy buenas migas y que nos invitó a cenar para compartirnos su cultura.
Conocerla hizo que venir a Bergama valiera la pena. Antes de irnos nos regaló pergaminos, pues antiguamente Pérgamo producía de estos en gran cantidad y de calidad. Dicen que de allí quedó el nombre. Pérgamo –> pergamino (¿verdad o invención?).
Hasta aquí nuestro resumen del primer tramo por Turquía. Siempre buscamos ser honestos con nuestras impresiones y esperamos encuentres útil la información. Cualquier duda o sugerencia te leemos en los comentarios. 😀