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Irán: Qué ver en Chabahar, Baluchistán

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Viajar a la región de Baluchistán fue como cambiar de país. Al igual que los kurdos están repartidos por varios países lo mismo les sucede a los baluchis. La mayoría viven en Pakistán, seguido por Irán y el sur de Afganistán. La etnia Baluchi destaca por sus vestimentas: las mujeres con sus adornos de oro y coloridas ropas que esconden bajo un manto negro al salir a la calle y los hombres un conjunto de pantalón y túnica larga de colores claros.

Lamentablemente, los conflictos geopolíticos y la propia discriminación interna han provocado que la región de Baluchistán sea de las más pobres y se considere «de alto riesgo» para los extranjeros. Con este artículo esperamos convencerte de ir a visitar esta gema cultural infravalorada.

Iran Shahr

A Iran Shahr llegamos porque era nuestra ciudad de conexión entre Bandar Abass y Chabahar. Teníamos dos horas de tiempo muerto con un calor insoportable y las mochilas al hombro así que la paseamos poco. En esta parada pudimos comprender en su totalidad la expresión de la wikitravel cuando describe que en Baluchistán vas a ser como un panda rosa en medio de la ciudad. La curiosidad que despertamos en esa gente poco acostumbrada a extranjeros resultó avasalladora y aunque sabíamos que no lo hacían con mala intención comenzamos a sentirnos incómodos.

Terminamos refugiándonos en un diminuto café donde, a salvo de las miradas, nos creíamos ingenuamente aislados. Al final, como siempre sucede en Irán se arrimó el dueño a presentarse tímidamente y terminamos entablando charla largo y tendido. Al salir fuimos directo a la estación y vivímos la experiencia «corre como un panda rosa en plena ciudad para no perder el bus».

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Foto con el trabajador del café en Iran Shahr.

Chabahar

Aterrizamos en Chabahar, capital de la región y ciudad portuaria sobre el golfo de Omán. Nos separan tan solo unos kilómetros de Pakistán. A diferencia del resto de Irán, aquí los ojos nos observan con una curiosidad difícil de leer, como manteniendo la distancia. ¿Recelo? ¿Temor? ¿Desconfianza? Desconocemos. Dicen por ahí que los habitantes de esta región son más introvertidos, por ahí será eso.

Llegamos hasta la casa de Akran, nuestro anfitrión que nos alojará por los siguientes días. Akram es hombre de mundo y su trabajo lo ha llevado a vivir hasta en Japón, pero su hogar está acá, con su esposa y sus hijos. Gracias a él tenemos una introducción completa a la vestimenta, música y lengua baluchi, además de resaltarnos las diferencias gastronómicas que tienen con el resto de Irán. El tarof, por ejemplo, esta menos arraigado.

Salimos a deambular un poco por Chabahar aunque la realidad es que cuesta horrores poner un pie delante del otro con el calor aplastante. La agricultura es escasa debido a la dureza del clima y a la falta de agua dulce y las principales actividades de subsistencia son el pastoreo y la pesca. En Irán la religión musulmana predominante es la chiíta, pero la mayoría de los baluchis profesan el islam sunita.

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Vestimentas típicas baluchis.

En suma, en Chabahar hay poco para ver y mucho que aprender; por ejemplo entendiendo que India estuvo ayudando al desarrollo del puerto de Chabahar como zona de libre comercio, algo que repuntaría la economía local, pero el endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos a Irán en 2018 en la que la comunidad internacional se vió obligada a adherirse provocó el retiro de estas inversiones.

Martian Mountains y Pink Lake

Toca salir de Chabahar y nos vamos a visitar sus alrededores. Entre Chabahar y las Martian Mountains hay un lago rosado, el Pink Lake, que para nuestra mala suerte estaba color normalito por la lluvia que hubo días anteriores, así que lo pasamos sin pena ni gloria.

A 30 kilómetros de Chabahar en dirección a Pakistán se extienden paralelas al mar las Montañas Marcianas, o Kuhhaye Merikhi. Más que montañas mejor dicho son montes, pues una vez cerca te das cuenta que el tamaño gigantesco es una mera ilusión óptica. Empero, esto no les resta belleza. En el pasado las Martian Mountains estaban enterradas bajo montones de tierra y poco a poco el tiempo y el viento las hicieron visibles. Su curvilínea geomorfología es consecuencia de la erosión provocada por el viento y la lluvia.

Las montañas están totalmente desprovistas de vegetación y son de un color casi blanco, amarilleado al ojo inexperto por el resplandor del sol. Toda la zona es abierta y  se puede caminar por ella sin restricción alguna. Apreciar esos picos áridos creados a pinceladas con la humedad del mar lamiéndonos la espalda es indescriptible.

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Kuhhaye Merikhi, las Martian Mountains.

Muelle de Beris

Continuamos en dirección a Pakistán para alcanzar el pueblo pesquero de Beris. Aquí la atracción principal es subir a un alto promontorio que permite unas vistas privilegiadas al muelle de Beris. El mayor cuidado a tener, advierte nuestro anfitrión, es no sentarse en algún punto débil donde la roca cede y te despeñes. «Hace poco le paso a uno» nos confiesa, «pero tranquilos que se cuál es el mejor lugar» y nos sienta a disfrutar de las vertiginosas vistas mientras bebemos chai en el punto idóneo, según su ojo experto.

Después de la merienda es hora de cantar retirada y en la ruta sumamos una nueva vivencia cultural, ser zumbados por una 4×4 de smugglers, contrabandistas pakistaníes de petróleo, que pasan a toda velocidad con bidones llenos de gasolina robada y que esquivan los puestos militares derrapando por el desierto. Los milicos ponen su mejor cara de «yo no vi nada» haciendo la vista gorda y nosotros sumamos a la aventura del tráfico desquiciado el extra de explotar colisionando contra una bomba inflamable de cuatro ruedas.

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Muelle de Beris. Al fondo se perfilan las Martian Mountains.

Volcán de lodo Tang Mud

La región de Baluchistán está repleta de sitios curiosos y al día siguiente vamos con nuestro couchsurfer, un amigo suyo y su hijo a descubrir el volcán de lodo Tang Mud. Hay varios en la región y este al que nos llevan está a 100 km de Chabahar.

Los volcanes de lodo son sumamente curiosos y se crean por el ascenso de gases emanados de depósitos de petróleo superficiales. Estos gases elevan la arcilla que, si se encuentra poco hidratada, va creando conos volcánicos de cierta altura como el que visitamos.

La subida es sencilla, unos pocos metros para arriba, sin embargo no falta una carenciada familia de viejos y jóvenes que en busca de propina te tienden la mano para ayudarte, o te moldean estrellas y camellos con el propio barro. El suelo cercano a la boca tiembla como un flan al pisarlo y en seguida reculamos.

El volcán escupe cada 30-40 segundos unas burbujas grandotas de gas. Parece el beberaje espeso de una olla de brujo. Nos dicen que se cree  está conectado al mar y que si accidentalmente cayeras por su boca aparecerás en las aguas del Golfo. Estamos pocos dispuestos a confirmar la teoría así que asentimos fehacientemente.

Para llegar hasta el volcán no hay bus público y la única forma es a dedo o en taxi. Hay un precio de entrada que desconocemos porque fuimos invitados.

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Volcán de lodo Tang Mud.

Bandar e-Tang

Siguiendo hasta la costa por la ruta secundaria del Tang Mud está Bandar e-Tang, un poblado bastante pobre que subsiste con poco y nada y en la que sin embargo la gente te recibe con una sonrisa. Duele ver los contrastes entre el amigo de nuestro anfitrión, un señor claramente adinerado, y los humildes trabajadores del muelle que generan unos rials extras por llevar en bote a los curiosos turistas hacia el istmo de arena. Esta larga lengua separa el mar del desierto con unas altas dunas doradas de singular belleza.

Al bajar del bote la actividad es trepar la duna más grande, hacer ángeles de arena y caminar por la orilla. La única construcción es una choza abierta de madera y paja con alfombras y cojines sobre los que descansar apreciando el paisaje hasta que toque regresar. El acceso a Bandar e-Tang es complejo y no nos queda claro cuál es el mejor consejo para ayudarte a llegar por tu cuenta si no es yendo con locales. El precio del bote nos fue velado pero suponemos que como máximo serán 50.000 riales por persona.

Dunas de Darak

El último punto que visitamos en la región de Baluchistán son las dunas de Darak. Que las fotos de Google Maps no te engañen, es mucho menos glamoroso y las dunas de la playa de Darak son terriblemente decepcionantes. Normalitas, tirando a chicas, y que no llegan propiamente al agua sino a la ancha playa (como en muchas otras playas del mundo); playa en la que encontramos mucha basura, motoqueros sin escrúpulos y jeeps correteando de un lado para otro sin mucha preocupación de pisar a alguien. Para empeorar el cuadro, nos topamos con una tortuga marina muerta. Resumiendo, en nuestra experiencia las dunas de Darak no valen la pena y se pueden excluir del itinerario por Irán.

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«Dunas» de Darak.

Mapa de Baluchistán

En este mapa encontrarás marcados todos los puntos del artículo haciendo zoom sobre la ciudad correspondiente.


Hasta aquí nuestro resumen del viaje por Irán. Siempre buscamos ser honestos con nuestras impresiones y esperamos encuentres útil la información. Cualquier duda o sugerencia te leemos en los comentarios. 

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