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Rasht, Bandar e-Anzali, Fuman, Masouleh y Alamut

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Abrí un mapa y dirigí tu mirada hacia la punta noroeste de Irán, esa que limita con Irak, Turquía, Armenia, Azerbaiyán y el Mar Caspio. Acá encontrarás repartidos en ese mismo orden diversos grupos étnicos: kurdos, azerbaiyanos, talyshíes y guilakíes.

Nos dirigimos para allí y haremos parada en la Provincia de Gilán, dónde conoceremos más de cerca la cultura guilaky talyshi. Después visitaremos la fortaleza de Alamut, refugio del Viejo de la Montaña y su secta. Está región es muy distinta al desértico centro-sur de Irán, acá en cambio hay un clima templado y húmedo y las montañas están cubiertas de bosques.

La capital guilakí: Qué ver en Rasht

Rasht la conocimos de manos de Athena, una guilakí con la que trabamos amistad en la isla de Ormuz. De esta ciudad no te pierdas:

  • La Plaza Municipal de Rasht. La Plaza Municipal es un enclave rodeado de emblemáticos edificios, como el de correos, construcción hecha durante la ocupación rusa a principios del siglo XX en estilo europeo, el propio Municipio y la Biblioteca Nacional, primer biblioteca pública de Irán.
  • Imam Khomeyni Boulevard. Desde la Plaza Municipal sale la bonita peatonal Imam Khomeyni. A lo largo de ella te toparás con estatuas representativas de las mujeres guilakí y tiendas que venden las vestimentas tradicionales. Rasht es una ciudad muy artística y esta faceta se refleja mucho en Imam Khomeyni Boulevard.
  • Mohtasham Garden. El Jardín Mohtasham es en realidad un encantador parque que otrora pertenecía a la realeza. Aquí está todavía en pie la Mansión Kolah Farangi del período Qajar, actualmente convertido en museo de bordado. El parque es lugar de descanso del poeta iraní Hoshang Abtahaj, figura que destacó por abarcar los dilemas políticos y culturales de la Irán del siglo XX a través de sus obras.
  • Rasht Grand Bazaar. Recorrer el mercado tradicional de la ciudad es sin duda una de las mejores actividades para entretenerse un rato y degustar la comida local. A la noche es cuando tiene más ambiente.
  • Calle Badi Allah y Hammam Haji. Sale de la zona del bazar y cruza toda la zona del casco antiguo, permitiendo palpar los rastros de lo que Rasht alguna vez fue. Sobre esta calle está el antiguo baño público Hammam Haji. Es una pena que este abandonado y no se pueda entrar, pues solo viendo la entrada se nota su valor histórico. Los azulejos pintados que decoran su pórtico son algo único, totalmente distinto al resto del Irán.
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Hammam Haji, Rasht.

Pescados y galletas: Bandar e-Anzali y Fuman

A tiro de piedra de Rashat está Bandar e-Anzali, la ciudad con el principal puerto al Mar Caspio que tiene Irán y capital mundial del caviar. No vamos a mentir, Bandar e-Anzali nos pareció bastante feíta. Puede que le juegue en contra ser de las ciudades más lluviosas del mundo, o por su ajetreada actividad portuaria entre Europa e Irán que le ganó el apodo de ser la «puerta de entrada». Las actividades principales en Bandar e-Anzali son caminar por su puerto, visitar el que era Palacio Real de verano, recorrer la playa y pasear por el centro.

Alejándote de la costa y a 30 km de Rasht está Fuman, la ciudad de las galletitas. Destaca por su producción de koloocheh, unas galletas dulces rellenas de dátiles y nueces típicas de Irán. Fuman en sí misma tiene poco y nada. La atracción principal es el Castillo Rudkhan, fortificación histórica a 20 km de Fuman construida durante el imperio sasánida para defenderse de las invasiones árabes. Dicho esto, tanto Bandar e-Anzali como Fuman nos parecen prescindibles si estás en Irán con un itinerario apretado.

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Galletas de Fuman.

El pueblo Talysh: Masuleh

Pasando Fuman y a 60 km de Rasht está Masuleh, villa incrustada en la ladera de la montaña, entre bosques y a pocos metros del río. A diferencia de Fuman, Rasht y Bandar e-Anzali de mayoría gilakí, en Masuleh viven los talyshi, pueblo iranio con influencias del sur de Azerbaiyán que cuentan con dialecto y tradiciones propias.

Lo espectacular de Masuleh es la disposición escalonada de sus casas, dónde el techo de unos es el suelo de otros, y razón por la que está prohibido circular con vehículos motorizados. Las construcciones son en adobe, color ocre y de máximo dos pisos, y la mezquita miniatura se adapta a este entorno. 

La mejor actividad en Masuleh es caminarla de arriba abajo, errar por sus tiendas y coloridos puestitos protegidos bajo lonas de cuero y descansar en las alfombradas terrazas bajo las farolas de querosén, disfrutando de las vistas mientras bebes chai. Prestando un poco de atención podrás ver en tu caminata algunas mujeres vestidas con las coloridas prendas talyshi.

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Villa de Masuleh.

Cómo ir a Fuman, Bandar e-Anzali y Masuleh

Desde la Terminal de Bus de Rasht (Terminal-e Gil) salen savaris (taxis compartidos) hacia Bandar e-Anzali y Fuman. Llegar a Masuleh a su vez es posible desde Fuman con otro savari.

El Castillo de Alamut

Metimos dedo como locos y alcanzamos Gazorkhan, poblado dónde se sitúa el misterioso Castillo de Alamut. Acá ya nos alejamos de la provincia de Gilán y nos metimos en Qazvin. Después de breves confusiones con respecto al hospedaje (hay dos donde creíamos que había uno) terminamos eligiendo el Golestan Hotel, regenteado por una pareja que nos ofrece habitación doble sin desayuno por 2.000.000 de rials los dos vs. el Alamut Tourist que cuesta 3.000.000 rials aunque con desayuno incluido. Ambos tienen wifi.

Nos acomodamos en Golestan Hotel y absorbemos el silencio. Un silencio y una soledad impactante que no sentíamos de hacía rato. Ya se perfilaba así de camino entre peligrosas curvas y colosales montañas nevadas.

El silencio corta el aire y se transforma en suspiro de viento. Salimos para subir hacia el castillo. Tanto el veterano del Alamut Tourist como el señor de nuestro hotel nos indicaron que conocían al hombre con las llaves del castillo y que podríamos ir en la mañana, pero ansiosos como estamos no podemos esperar y subimos a explorarlo de inmediato.

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La Fortaleza de Alamut se sitúa sobre esa mole filosa de piedra.

Como surgido de la tierra por un golpe seco nace la mole de roca y piedra que por siglos mantuvo alejado a los invasores de la fortaleza que la corona. Ascender su ladera es duro, incluso con escaleras modernas.

Pasamos la boletería cerrada a cal y canto y subimos peldaño a peldaño, paso a paso. El abrupto desnivel es de unos 140 metros de altura. La subida tiene su recompensa, a cada metro ganado se consiguen mejores vistas del valle y del propio castillo de Alamut. Las vistas son espectaculares y nos dejan boquiabiertos.

Montañas blancas contrastan las colinas verdes, ocres y púrpuras. Un valle alimentado por el río alberga solitarios árboles. Las piedras salen en diagonal, afiladas como cuchillos, trazando el pueblo. Es un paisaje frío pero hermoso que se acompasa con el espíritu de Hassan y su secta de Asesinos, historia que nos atrajo hasta aquí. La puerta al castillo está entre abierta y al seguir nadie nos detiene.

Hassan Sabbah, religioso islamita y fundador de la secta ismailí, aterrorizó por décadas a los políticos de Medio Oriente con apenas un reducido grupo de fanáticos desde estas murallas. Hassan tomo posesión de la fortaleza de Alamut en el año 1090 y su legado se mantuvo hasta 1256, cuando se rindieron a las invasiones mongolas. A los miembros de su secta se les conocía como hashashin y es de ella que deriva la palabra asesino.

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Alcanzamos la cúspide de la Fortaleza de Alamut.

Metidos en el Castillo de Alamut recorremos su vieja mezquita, los almacenes y lo que eran las pozas de agua, todo en ruinas y repleto de andamios. Sin embargo, la imaginación es más fuerte y no podemos evitar imaginarnos aquellos tiempos en los que este ismaelita sembraba terror en la corte selyúcida. Las vistas desde la cúspide son impresionantes. Te dejan sin palabras.

Volvemos sobre nuestros pasos y descubrimos que un guarda apostado en una garita nos observa. Saluda con el brazo, no nos dice nada ni se arrima, pero con solo ese gesto nos hace saber que es consciente de nuestra presencia.

Aceptando su oferta de silencio terminamos de dar el último rodeo por las murallas y abandonamos los viejos aposentos de Hassan. Adiós silencio cortante y sobrecogedor que emana soledad, te extrañaremos.

Cómo ir a Alamut

Desde Teherán la forma más sencilla es tomar un bus a la ciudad de Qazvín y pedir al conductor que te deje en la rotonda Minodar Square, antes de entrar a Qazvín. De ahí salen savaris (taxis compartidos) a la aldea de Gazorkhan. El viaje es de dos horas por una pista que zigzaguea entre las montañas. Evita el invierno para tu visita o podés encontrarte con el chasco de que el camino este bloqueado por culpa de la nieve. Nosotros fuimos en marzo y no hubo inconvenientes, pero un amigo había ido el mes antes y casi no llega.

Mapa de la Provincia de Gilán y Alamut

En este mapa encontrarás marcados todos los puntos del artículo haciendo zoom sobre la ciudad correspondiente.


Hasta aquí nuestro resumen del viaje por Irán. Siempre buscamos ser honestos con nuestras impresiones y esperamos encuentres útil la información. Cualquier duda o sugerencia te leemos en los comentarios.

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