Después de una diáspora que ha visto partir a aproximadamente 7 millones de venezolanos, la percepción global sobre Venezuela se ha teñido de narrativas políticas y económicas que, junto con titulares sensacionalistas, ha llevado a una marcada disminución del turismo extranjero hacia el país. Pero, ¿cuánto de lo que se afirma es verídico?
En este episodio nos sumergimos en la compleja realidad venezolana para desentrañar mitos y verdades desde nuestra experiencia recorriendo el país a fecha mayo del 2024.
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Epílogo: Cruce de la frontera terrestre Venezuela – Colombia
Un par de días después de grabar el podcast nos dirigimos a San Antonio del Táchira para cruzar a Colombia por Cúcuta. Como todavía faltaba pasar un punto de control (la alcabala más difícil por lo que tenemos entendido por su cercanía a la frontera) decidimos ir a dedo («pidiendo cola», dirían los venezolanos) para evitar disgustos en el bus (si escuchaste el podcast vas a saber de lo que estamos hablando).
A las afuera de San Cristóbal en seguida nos levanta un taxista que estaba yendo a recoger clientes a la frontera y que se sentía encantado de llevarnos gratis a cambio de compañía. Chavista a muerte, odiador acérrimo de Maduro. Nos contaba que durante las épocas de escaces de comida ayudaba a amigos y familiares a cruzar el río que separa ambos países, con niños a upa y arriesgando la vida. «Nunca voy a poder perdonar a alguien que nos ha llevado a eso«.
Mientras despotricaba contra el presidente actual pasabamos por la última alcabala. «Ya me conocen porque voy y vengo todo el rato, no nos van a parar«, y nomás decir eso uno de ellos le pide que arrime el vehiculo. «Debe ser nuevo«, masculla Miguel el chofer. La policía nos pide los documentos, revisan sellos, todo en orden, nos dejan seguir.
Miguel se ofrece a esperarnos hasta que nos sellen la salida de Venezuela para ayudarnos a cruzar el puente internacional Simón Bolivar y dejarnos sanos y salvos en migraciones de Colombia. «Así me aseguro que no los molesten en migraciones la policía venezolana. ¿Tienen todo en regla, verdad? Entonces no se preocupen, va a salir todo bien«.
Una vez en migraciones de Venezuela vamos en el taxi a paso de tortuga porque cada medio metro un policía distinto nos pide pasaportes para revisar que esté todo en orden. Finalmente, Miguel puede estacionar en un espacio donde se saluda efusivamente con un guardia al que nos presenta. Se nota que esta es su área de trabajo. El guardia nos indica la oficina a la que dirigirnos mientras le grita a otro compañero «Le mando estos dos charruas» con tono simpático.
Allá vamos, a una fila corta que por suerte avanza rápido porque está separada de la fila para sellar entrada (y esa sí que iba lento). Finalmente es nuestro turno. Todo rápido, todo bien. En dos minutos tenemos sellada la salida y nos encontramos afuera charlando con el mismo guardia de antes sobre fútbol uruguayo mientras esperamos a que Miguel regrese de dar la vuelta porque el tráfico no le había permitido esperarnos allí.
Cinco minutos más tarde ya volvemos a estar montados en el taxi y somos depositados en la Oficina de Migraciones de Colombia, con dos nuevos sellos de entrada. No sabemos si la experiencia habría sido igual sin Miguel, así que gracias de corazón Miguel por toda tu ayuda.
Algunos consejos brindados por los venezolanos que nos fuimos cruzando de camino a la frontera terrestre:
- Los cruces terrestres por los poblados de Tienditas y Ureña suelen ser más tranquilos y rápidos que el de San Antonio del Táchira y están a tan solo 20 minutos más en auto.
- En general, salir de Venezuela suele ser sencillo, el problema con los oficiales de migraciones suele ser para entrar al país, porque es ahí cuando exigen coimas. Quizás para estos casos se podría probar entrar por Tienditas o Ureña.
Y así cerramos nuestro viaje por Venezuela. Una nueva aventura comienza en Colombia.