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Día 6 – Glaciar Svínafellsjökull, Iglesia Hofskirkja, Iceberg y glaciar Fjallsárlón, Lago-glaciar Jokulsarlon, Diamond Beach
Nos levantamos bien temprano en Skaftafell porque queríamos visitar Svartifoss una vez más antes de irnos. Hoy vamos a continuar hacia el este y visitar una ronda de icebergs y glaciares. El primero será el glaciar Svínafellsjökull, a 6 km del camping.
Glaciar Svínafellsjökull e iglesia de Hofskirkja
El Glaciar Svínafellsjökull es impresionante y es una lengua del Vatnajoküll, el glaciar más grande de Europa. El paisaje de nieve es cegador, brillante y hermoso, por lo que no es de extrañar que acá se filmaran escenas de Game of Throne. Después de caminar un rato por el borde del lago admirando la solemnidad del glaciar continuamos para hacer una parada corta en el pueblo de Hof.
Aquí se puede ver una de las seis últimas iglesias que quedan de construcción tradicional islandesa, Hofskirkja, en roca y con techo cubierto de pasto. Esta fue la última en hacerse de ese estilo y data de 1884. El interior es de madera, pequeño y modesto.
Glaciar y Iceberg Fjallsárlón, lago y glaciar de Jokulsarlson y la Diamond Beach
Siguiente punto: Glaciar y Iceberg Fjallsárlón. Una pasada de lago repleto de esos cubos de hielos gigantes y que, para añadir más hielo al asunto, se nos pone a nevar mientras lo visitamos. Una nevada cortita que no opaca el celeste pálido fulgurante de los témpanos.
Y a tan solo 11 km encontramos un paisaje muy similar en el famoso lago y glaciar de Jokulsarlson.
El lago es enorme y a lo largo de la carretera van apareciendo diferentes parkings gratuitos para observarlo desde varios ángulos. Nosotros paramos en uno por curiosidad y ya después vamos directo al aparcamiento del centro de visitantes, donde el lago desemboca en el mar. Desde allí se puede caminar por la orilla hasta la Diamond Beach o ir con el vehículo, pues en esta zona parecería haber parking gratuito por todos lados.
Ya nos vamos quedando sin palabras para describir la belleza de los icebergs que se desprenden del glaciar y derivan al océano. Si prestas atención verás focas nadando en la zona debajo del puente.
Al llegar a la «Playa Diamante» en seguida se comprende el por qué de su nombre. Los pedazos de hielo devueltos por las olas contrastan sobre la arena negra como diamantes en bruto. Los hay grandotes, medianos, pequeños y diminutos. Nos entretenemos un rato yendo de uno a otro, lamiendo alguno, abrazando otros, jugando con ellos. Un paisaje espectacular.
Como ayer el día fue intenso hoy nos lo tomamos más light y damos el día por terminado. Pasaremos la noche en el camping de Haukafell, que cuesta 2.000 ISK. Siendo sinceros, cuando llegamos sobre las 22hs ya no había nadie a quien pagarle y tampoco en la mañana al irnos, por lo que la estancia nos salió gratis.
Día 7 – Hvalnesnature Reserve Beach, Djupivogur, Fiordos del este, Cascadas Litlanesfoss y Hengifoss
Playa y reserva natural de Hvalnes y Piscina geotermal de Djúpavoskörin
Madrugamos como los mejores y después de bajarnos un café con tostadas nos encaminamos a la primer parada del día, la Hvalnes Nature Reserve Beach y su faro naranja. Partiendo del faro la playa de guijarros negros se alarga de manera tal que crea una especie de bahía separada del mar en donde habitan muchos cisnes. El lugar no nos quita el sueño, por lo que termina siendo una parada corta.
El segundo punto de la agenda es la piscina geotermal de Djúpavogskörin. Aunque más que piscina es una tina, literal, escondida detrás de una roca y en la que solo Diego se atreve a meterse a pesar del frío. Lo lindo de esta bañera campestre es que se encuentra en medio de la nada y la podés disfrutar con la vista perdida en el paisaje llano y el horizonte oceánico.
Recargadas las baterias continuamos hasta la villa de Djupivogur. Nada del otro mundo, simpático para dar una vuelta y tomar algo calentito.
Fiordos del este: Fraskurdsgjordur, Reydarfjord, Eskifjordur y Helgustadanama
Avanzamos por los fiordos del este y vamos parando por sus pueblitos y miradores. Hay que tener paciencia porque al principio no es tan alucinante. Lo bueno viene de a poco. Paramos unos 20 minutos en Fraskurdsgjordur, antiguo asentamiento francés de pescadores que dejó como herencia calles con nombre en los dos idiomas, francés e islandés, para luego seguir hasta el siguiente fiordo y pueblo, Reydarfjord, que tampoco nos quitó el sueño.
La zona de Eskifjordur, en cambio, nos encantó. Nos pareció de los paisajes más bellos de los fiordos del este. Y lo mejor está al seguir hasta Helgustadanama, que además de vistas espectaculares tiene una caminata corta a una antigua cueva de extracción de cristales ópticos. El sol sale e ingenuamente nos creemos que va a durar, así que después de un rato de fotografiar el fiordo y sus pueblos y almorzar aprovechamos esa esperanza para ir hasta Hengifoss.
Cascadas de Hengifoss y Litlanesfoss
Rodeada de estratos basálticos veteados de rojo y con una altura de 128 metros, Hengifoss es la tercera cascada más alta de Islandia. Para llegar a ella se requiere trekkear por una senda de 2.7 km desde el aparcamiento de dificultad media. A mitad de camino se encuentra Litlanesfoss, la cascada hermana pequeña de Hengifoss.
Hacer la caminata a la cascada Hengifoss suena fácil, hasta que el sol desaparece y te agarra una tormenta de nieve. Cuál película de «El día después de mañana», las ráfagas de hielo nos cortan la piel y apenas somos capaces de mirar para adelante. La cascada, por supuesto, semi-congelada. Regresamos con extremo cuidado, en más de un momento con tremendo susto.
Al alcanzar el aparcamiento sanos y salvos dudamos si quedarnos ahí, en medio de la nada a los pies del lago Lagarfljót o movernos. Como tememos que la nieve nos sepulte durante la noche, decidimos conducir con extremo cuidado hasta el camping de Egilsstadir, que como está en la ciudad sabemos que seguro vamos a estar a salvo de quedar atrapados en la nieve.
El camping Egilsstadir probablemente sea el mejor de todos en los que estuvimos. Confian en que los huéspedes sean honestos y paguen, ya sea en efectivo o con tarjeta. El pago o ticket se mete en un sobre y se introduce en una buzonera que los empleados revisan a la mañana siguiente. El costo es de 2.000 ISK por persona.
Día 8 – Seydisfjordur, Lindarbakki, Studlagil Canyon
Seyðisfjarðarkirkja y Bakkagerdi
Amanece y como sospechábamos nuestra campervan está a tope de nieve. Por suerte no llega a bloquear las puertas y somos capaces de salir al baño. Después de quitar el hielo del cristal y esperar a que la máquina quita-nieve nos abra paso nos dirijos hacia el pueblo de Seydisfjördur y su fiordo. La carretera nos provoca respecto. Empinadísimas, curvas a más no poder, tapada de hielo y nieve, y sin quita miedo. Rezamos al dios espagueti y llegamos sanos y salvos hasta Seydisfjordur.
Este pueblo se hizo famoso por su camino de arcoíris que conduce a una iglesia completamente celeste, Seyðisfjarðarkirkja. Para nosotros lamentablemente el pasaje de arcoíris hasta la simpática iglesia azul se pierde bajo un manto de nieve. Sin embargo no nos desalienta, tanto el pueblo como el fiordo son hermosos y aprovechamos para recorrerlo y sacar fotos a sus coquetas casitas y murales.
Desandamos camino para redirigirnos al pueblo pesquero de Bakkagerði y visitar la colorida casa con techo de césped conocida como Lindarbakki. Antiguamente, todas las casas de Bakkagerdi eran como esta. El tiempo las fue sustituyendo por casas nuevas y modernas y hoy solo queda Linderbakki. La casa se ubica a pocos pasos del agua y alucinamos digiriendo la idea de que ya no es más Océano Atlántico lo que vemos, ahora estamos apreciando el Océano Ártico.
Cañón Studlagil
Vuelta atrás entre hielo y nieve hacia el cañón Studlagil que nos animamos a visitar después de mucha duda provocada por las adversas condiciones climáticas. El cañón cuenta con dos paradores, East Parking y West Parking. Están situados en acantilados opuestos y las carreteras para alcanzar uno y otro son distintas. Recomendamos el East Parking que te permite acceder a tremendo mirador por unas escaleras que madre mia.
Las paredes del cañón Studlagil están formadas por una de las mayores agrupaciones de columnas de basalto de Islandia. Por su lecho discurre el sinuoso río Jökla que, para nuestra sorpresa, ¡no está congelado! Studlagil nos maravilla y sin duda es parada obligatoria para hacer en Islandia.
Bastante agotados de tanto frío y nieve, esta noche nos salteamos los campings y decidimos dormir a la intemperie en un lugar apartado de todo para que a ningún vecino le den ganas de denunciarnos. En los próximos días exploraremos a fondo el norte del país.