Cierro los ojos y dejo que me arrulle el calor de la laptop (o el humano) sobre el que estoy durmiendo. Nosotros soñamos, como cualquiera, aunque en mi caso no preciso soñar demasiado. Las aventuras de ser un viajero te transforman en cuenta cuentos. En comparación, los sueños de Morfeo no llegan a la altura.
Un día de hastío, de esos en los que mis humanos aventureros planificaban el próximo viaje y no hay mucho para hacer, me desperté de mi cuarta siesta diurna con un fuerte sentimiento. Después de comer una ración de algo exótico cuyo nombre ya no recuerdo (el paladar se acostumbra a todo en la ruta) me di cuenta que era.
Con todo el saber gatuno que había recolectado a lo largo de mis andadas sentía el deseo de compartir esa experiencia. De contarle al mundo como empezó todo, que sucedió en el medio, al final, entre atunes y templos, durante descansos y en los momentos más dementes. Sería egoísta de mi parte no hacerlo. No me sentiría culpable (pues los gatos no sentimos culpa) pero tengo una deuda con el mundo. Por todos aquellos que me acogieron y cuidaron a lo largo del globo, debo devolver el gesto compartiendo mi saber y experiencia a la humanidad.
Así que aquí dejo mi legado gatuno, de la forma más sencilla (para que cualquier humano lo entienda) e interesante (porque los humanos se aburren muy rápido): en historietas y dibujitos.
¿Te apasiona mi arte? Decora tu taza, tu manta o hasta tu mochila con mis obras maestras. Precios y otras opciones se pueden charlar contactando a mis humanos por hola@jerryviaja.com